Yuxtaposición

Escribo entre líneas su faceta de caballero para ser escuchada por su prestigio.
Lo he consagrado en mi prosa como el rey de mis reinos para que me proteja y me comprenda después de sufrir años de interminables batallas contra mi propio espíritu; y me perdí. Y lo puse en las letras que forman parte de mis latidos, puesto que lo admiro de una forma asociativa, consecuentemente disociativa.

Usted, en la piel de la mujer prefiere la belleza de los vestidos, pero yo llevo puesta mi armadura de guerrero y me aprieto bien fuerte la coraza al pecho.

Hoy, sentada junto a la muerte en las sombras, trato en vano de convertir mi cigarrillo en agua bendita, las piñas a mi cuerpo por el tacto suave que merezco, pero frío e inaudito, incomprendida por dentro.

Creía en la magia que podían crear los segundos inolvidables, pero su desacertado psicoanálisis me dejó escéptica y convencida; me hizo ver la realidad.

Sueño mucho con hacer lo que quiero, de tener a quien deseo, pero nunca encajaría en esa ilusión de ser feliz;  siempre estoy triste.

Por fin lo entiendo, mi rey: debo descansar de la imaginación y respirar con el diafragma.

¿Quién querría ser amigo de alguien débil de mente cuando no sabe ser mujer ni comportarse cómo una dama?

NAR

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